La mayoría de nosotros tenemos un sin fin de ideas enredadas en nuestra cabeza y no sabemos dar con el pequeño y escondido hilo a desentrelazar y volver aquellos fideos de ideas en un sencillo plato fácil de digerir. Una situación de esta naturaleza, en la que nos abruma la cantidad de cosas que queremos hacer al mismo tiempo puede llegar (y en la mayoría de los casos lo logra) a desconcertarnos y dejar la palabra escrita guardada en un olvidado cajón de memorias y deseos. Es crucial que estas inquietudes salgan a la luz para que no terminen por destrozarnos por dentro, primeramente teniendo con nosotros mismos la paciencia de un santo.
- Si quieres escribir, tienes que leer. El consejo que te doy en este momento, cuando ya has decidido traducir tus ideas a lápiz y papel (llámese cuento, novela, poesía, etc.) es, detente un momento. ¿Cómo? ¿Por qué? porque sólo hay una cosa que debes de contestarte antes de tratar de alcanzar el hábito de la escritura, y es ¿tengo el hábito de la lectura? Tal vez es una pregunta que puede salir por demás de este asunto, pero realmente es algo muy básico. Es algo que sale por lógica: ¿Quieres ser actor? Ve al teatro. ¿Quieres hacer cine? Disfruta una película de vez en cuando. ¿Quieres tocar un instrumento? Aprende a apreciar la música. ¿Quieres saber cómo escribir? Convive con las palabras. De esta manera, te acercarás un poco más a la certeza de que no estás cumpliendo un capricho pasajero antes de llamarte cabalmente escritor. No estoy diciendo que esto sea una regla, son muchas las personas que descubren su talento por alguna fortuita situación, pero no podemos confiarnos de que siempre será así. Conocer el trabajo de las personas que admiras te ayudará a ver la forma de tu propio trabajo, y te ayudará de cierta manera a ser amable contigo mismo mientras estás aprendiendo algo nuevo.
- Comienza por algo sencillo. Escribir tus propias frases o ideas, por pequeñas que pienses que sean, llegan a ser algo muy grande. Si tienes oportunidad, no hay nada mejor que una pequeña libreta para no dejar escapar todas ideas, pero el teléfono celular, usado de una manera adecuada, puede ser un gran aliado.
- No te juzgues, deja crecer tu trabajo. Al principio, como acabamos de decir, debes de ser muy amable contigo mismo cuando estás aprendiendo algo nuevo. No significa que te prives de revisar tus textos y mejorarlos cada vez, pero debes de ser paciente.
- Revisa tus textos. Se vale reescribir y volver sobre tus propias palabras. De hecho, es imprescindible. Te ayudará a cuidar y pulir, conforme vayas formando experiencia, el ritmo y forma de tus escritos. Corregir, detallar, y en la gran mayoría de las veces quitar todo aquello que le sobra al texto lo volverá más ameno al lector.
- Muestra tus textos. Claro que nuestro mayor fan somos nosotros mismos, pero, ¿de qué sirve un escrito si no es leído por alguien más? Es como un actor sin público. De una vez agarra la idea que no a todo mundo puede gustarle, o que más de una persona te dirá que es maravilloso por puro compromiso o porque no tiene el ojo necesario para juzgarlo correctamente. Pero, ¿a quién le importan los comentarios con saña? Toma las críticas constructivas y úsalas para hacer textos mejores. Nadie nace con una obra maestra bajo el brazo, pero siempre conviene aceptar y comprender los consejos de alguien más, tenga o no camino recorrido.
- Aprende de los demás. Nunca sobra un curso de redacción que nos enseñe a cuidar el ritmo y la forma de nuestro texto. Es cierto que muchos escritores han sido autodidactas pero siempre han tenido un maestro, aun cuando han sido los mismos libros.
Un último consejo: al escribir cuida mucho tu ortografía y las reglas gramaticales. Alguna vez leí algunos textos cuyo contenido e ideas eran muy interesantes, pero el autor cometió el error imperdonable de escribir como si estuviera en una conversación de MSN Messenger, sustituyendo los “que” por “ke”, los “quién” por “kién” y todo ese tipo de aberraciones que son un insulto para todos nuestros maestros de primaria y que hacen llorar sangre a los ojos de cualquier lector. A pesar de ser, como ya dije, un texto con un discurso político muy interesante, no pude terminarlo debido a que la lectura se volvió demasiado cansada al tratar de descifrar cada palabra que parecía estar descubriendo.
¿Qué te parece? En próximos posts te daré una lista de diversos talleres en Guadalajara donde puedes pulir tu texto o bien empezar a practicar de la mano de verdaderos expertos.